Devocional Juan 4 "Alzad los ojos"

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“Alzad los ojos”

Juan 4.1 RVR60
Cuando, pues, el Señor entendió que los fariseos habían oído decir: Jesús hace y bautiza más discípulos que Juan
Juan 1.1 RVR60
En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
1.I. Cristo hacía discípulos (v. 1). Su ministerio tenía éxito, a pesar de la oposición que se le hacía. Es prerrogativa de Cristo el hacer discípulos, formarlos y modelarlos según Sus normas. El cristiano se hace, no se nace.
Henry, M., & Lacueva, F. (1999). Comentario Bı́blico de Matthew Henry (p. 1372). 08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE.
Juan 4.2 RVR60
(aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos),
1.Hace la diferencia entre el bautismo de Juan y el Suyo.
2.Jesús quería de este modo, no sólo honrar a Sus discípulos, sino también entrenarlos para posteriores servicios. También nos enseñaba con esto que lo que, según Sus instrucciones, es llevado a cabo por Sus ministros, es como si lo hiciera Él mismo.
Mateo 28.19 RVR60
Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;
«haced discípulos bautizándolos”: primero está el hacer discípulos, el fundar escuela; después, el bautizar—poner el uniforme.
Los verbos los verbos «yendo» (lit.) y «haced discípulos» están en tiempo aoristo, como un hecho de una vez por todas, que precede a los participios «bautizando» y «enseñando», los cuales están en tiempo presente, con lo que da a entender que se trata de actividades que han de continuar a lo largo del curso cíclico, constante, de las iglesias. Es de notar cómo exaspera a los enemigos de Cristo el éxito del Evangelio.
Henry, M., & Lacueva, F. (1999). Comentario Bı́blico de Matthew Henry (p. 1372). 08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE.
Henry, M., & Lacueva, F. (1999). Comentario Bı́blico de Matthew Henry (p. 1372). 08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE.
Henry, M., & Lacueva, F. (1999). Comentario Bı́blico de Matthew Henry (p. 1372). 08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE.
6:7–13. El rechazo que experimentó Jesús en Nazaret no impidió que siguiera adelante con su ministerio evangélico. Desilusionado y agraviado como se encontraba, Jesús continuó su recorrido predicando de poblado en poblado. Incluso, decidió enviar a los doce de dos en dos, para que emprendieran su propio viaje misionero por Galilea.
Si nos preguntamos por la razón de esa decisión encontraremos muchas razones que la justifican. Una razón es que se estaba acortando el tiempo para que el evangelio pudiera llegar a todas “las ovejas perdidas de la casa de Israel” (, ). Otra está vinculada con la promesa que les hizo el Señor a Pedro y a Andrés: “Haré que seáis pescadores de hombres”. No había forma mejor de hacerlo que dándoles el entrenamiento y la experiencia personal que los capacitara para esa tarea. Ese viaje misionero fue para los discípulos lo que es hoy para los estudiantes del seminario la experiencia como vicarios, durante el entrenamiento práctico en la preparación para hacerse ministros de Cristo.
¿Y por qué enviarlos de dos en dos? Una razón es la que sugiere , donde vemos que en situaciones serias (aquellas en las que se contemplaba la pena de muerte) no se podían tomar decisiones basadas en el testimonio de un solo testigo. Y aquí, el asunto también era de vida o muerte - ¡vida eterna o muerte eterna! También había, ciertamente, una razón práctica: al enfrentar la oposición, dos son mejor que uno, por el apoyo que se brindan mutuamente en el momento en que es necesario.
Hoy en día tampoco parece razonable enviar al extranjero a un misionero totalmente solo. Ellos también necesitan fortalecerse mutuamente con la palabra y complementarse con sus conocimientos cuando afrontan situaciones complicadas. Así lo hicieron los apóstoles del señor; el libro de Hechos registra cómo Pablo llevó siempre consigo a uno o más ayudantes a donde quiera que fue.
Queda otra pregunta: ¿Por qué darles autoridad a los apóstoles sobre los espíritus malignos? Pues, porque los apóstoles eran delegados oficiales de Cristo; quienes les escucharan no los aceptarían como tales, a menos que pudieran demostrar la misma capacidad de expulsar demonios que tan a menudo había mostrado el Señor. La situación que se describe en ilustra este asunto, y de igual modo lo hacen las palabras del apóstol Pablo en , donde se refiere a señales específicas del apostolado: “Las señales de apóstol han sido hechas entre vosotros en toda paciencia, señales, prodigios y milagros”.
Las indicaciones que Cristo les dio a sus discípulos al prepararlos para esta misión resultan sorprendentes. No debían de llevar nada para el camino, excepto un bastón que les sirviera de ayuda para la marcha en los viajes largos. No debían llevar alimentos, ni bolsa, ni alforja, ni dinero. Irían calzados con sus sandalias, pero sin llevar doble túnica, algo que hacían los viajeros para cubrirse con la adicional durante la noche. Esas instrucciones equivalían a recibir la seguridad de parte de Cristo, de que sus necesidades materiales les serían suplidas, incluyendo en ellas un sitio adecuado donde dormir. La propia enseñanza y la predicación de Jesús habían preparado ya el terreno para esta misión de los discípulos.
Pero eso no significa que en la actualidad debamos enviar pastores o misioneros sujetos a las mismas normas. Notemos cómo en Cristo mismo las cambió para el beneficio de los que iban a continuar la obra con posteridad a su muerte, resurrección y ascenso a los cielos. A partir de entonces no siempre les iban a dar la bienvenida a donde fueran, y por tanto, tendrían que ser capaces de atender a sus propias necesidades. , establece las bases para que las congregaciones y las instituciones de la iglesia asuman la responsabilidad que les corresponde.
¿Entonces, por qué no lo hizo así esta vez? Pues para que los discípulos depositaran y cimentaran su confianza en su Señor y Amo. En este viaje de entrenamiento iban a aprender en la práctica una verdad que le escucharían mencionar más tarde, y que aparece registrada en : “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Y para que estuvieran preparados para enfrentar situaciones como las que describe : “Pero cuando os lleven para entregaros, no os preocupéis por lo que habéis de decir, ni lo penséis, sino lo que os sea dado en aquella hora, eso hablad, porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo”. No importa cuál sea nuestra situación, cada pastor, maestro o cristiano laico, necesita a Cristo, tal como lo necesitaba Pablo en medio de sus problemas (véase ).
A los Apóstoles que participaban en esa empresa totalmente desprovista de interés económico, el Señor les aconsejó que aceptaran la hospitalidad que se les brindara; ellos no estaban haciendo la obra con el fin obtener algo de ella. Tampoco les ocultó que así como habían hecho con él en Nazaret, no todos les iban a dar la bienvenida; y en ese caso el consejo fue, “sacudid el polvo que está debajo de vuestros pies, en testimonio a ellos”, una declaración en su contra en el día del juicio () o, quiera Dios, un juicio que les sirviera como un llamado a reconocer sus faltas y les llevara al arrepentimiento.
En cuanto al uso del aceite vinculado aquí a las obras de sanidad, hay que preguntarse: ¿Significa esto que la iglesia lo debe emplear en los servicios de sanidad? ¿Apoya este pasaje el sacramento católico romano de la “extremaunción?” Notemos que el uso del aceite no es un mandato que haya dado el Señor, esa era una práctica habitual que usaban los discípulos sólo con el fin de calmar a los pacientes. Evidentemente, no se nos presenta aquí este uso como el responsable de la curación. Los discípulos sanaron a los enfermos en el nombre de Jesús. Tampoco es éste el “sacramento de la extremaunción”, aunque la iglesia católica romana haya usado este pasaje como evidencia en ese sentido. Los discípulos sanaron a los enfermos en el nombre de Jesús. El uso de aceite no tiene absolutamente nada que ver con la preparación para el fallecimiento. De igual modo, decir que trae el perdón de los pecados constituye una distorsión de , .
Al leer relatos paralelos de esta misión, parece que hubiera ciertas contradicciones. La versión de Marcos dice: “Les mandó que no llevaran nada para el camino, sino solamente bastón. Ni bolsa, ni pan, ni dinero en el cinto; sino que calzaran sandalias y no llevaran dos túnicas”. La de dice: “Les dijo: No toméis nada para el camino: ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero; ni llevéis dos túnicas”. Y la de , señala: “No llevéis oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos; ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bastón, porque el obrero es digno de su alimento”.
Es evidente que hay diferencias entre estos tres relatos, pero ¿hay contradicciones entre ellos? Al analizar
Leídos cuidadosamente, los evangelios no se contradicen, sino que se complementan entre sí; pues incluso la ubicación de los sucesos en distinto orden cronológico obedece a razones que se hacen evidentes cuando estudiamos a fondo los pasajes. El propósito de los evangelistas no era escribir biografías de la vida de nuestro Señor, sino que aprendamos a conocerlo a través de sus obras y de sus palabras. En esta tarea, el evangelio de Juan complementa con excelencia a los otros tres, al suplir lo que los otros no recogen, de manera que no busquemos errores donde no los hay.
Wicke, H. E. (
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